sábado, 3 de diciembre de 2016

Evaluación por pares o coevaluación

En todo proyecto, la evaluación del producto así como la del proceso -sumativa y formativa, respectivamente- es fundamental: no solo por obtener un reconocimiento externo, sino porque solo desde fuera podemos ver aquello que nosotros, de tan cerca como estamos, no vemos.

De hecho, el sistema de "evaluación por pares" es tan importante que es el utilizado en el mundo científico para la evaluación de los artículos publicados en las revistas de referencia y que son, usualmente, el resultado de años de investigación de equipos o grupos de investigadores y que, en la mayoría de los casos, si son suficientemente importantes, dan lugar a premios tan conocidos como el Nobel.

Por supuesto que, en nuestro nivel, la coevaluación o evaluación por pares creo que no va a llevar pareja una distinción como la señalada, pero creo que, por otra parte, es casi tan importante como aquella:el ser evaluado por los compañeros -sean cercanos o no- permite que podamos mejorar nuestras prácticas educativas, nuestra intervención en clase y nuestra tarea fundamental: educar.

En el transcurso del curso sobre "Flipped Classroom" que he tenido la oportunidad de realizar, ha sido un honor y un privilegio poder ser evaluado por mis compañeros de curso, a la vez que tener la oportunidad de valorar el trabajo realizado por otros. Creo que en toda actividad educativa, hoy por hoy, no podemos encerrarnos en nuestro trabajo y debemos, no solo compartirlo, sino ofrecerlo para que su valor aumente al ir añadiendo sugerencias y observaciones de otros que, como nosotros, intentan guiar a otros en el mundo del aprendizaje.


Pero estamos en un país en el que el que un compañero o compañera entre en la clase de otro con el propósito consciente y consensuado de evaluar su trabajo es más la excepción que la regla -y he de decir que hay honrosas excepciones-. Parece como si el aula fuera nuestro "feudo", nuestro "reino de taifas" en los que hacemos y deshacemos a nuestro antojo y, como extraños alquimistas del alma, transformamos a nuestros alumnos de "ignorantes" en "sabios".

La evaluación del profesorado es, en nuestro sistema educativo, una gran asignatura pendiente, pues se realiza -y lo se con profundo conocimiento de causa, pues trabajo actualmente como inspector de educación- casi únicamente al comienzo, cuando se evalúa a los funcionarios en prácticas por parte de los tutores, que de un tiempo a esta parte, deben entrar al menos en dos ocasiones al mes en las aulas de sus tutorandos y observar tanto cómo se plasma en dicha aula el trabajo teórico planteado en las programaciones como los demás aspectos que se plantean en nuestro trabajo diario. Es loable este interés, siempre que no se vea como una injerencia burocrática obligada y sin ninguna finalidad.

De hecho, sería interesante plantear la situación espejo: que el tutorado entrase en las clases del tutor para observar "in situ" lo que este hace y le recomiende. Creo que sería un planteamiento de mejora interesante.

Y he dicho de mejora: sin evaluación continua, no podemos plantear una mejora continua y nuestro trabajo como docentes no puede quedarse anquilosado, fijado para siempre en lo que aprendimos en la facultad o incluso en los años que hemos trabajado, sino que tiene que estar siempre por delante de unos alumnos que nos superan en juventud, y que muchas veces, también en actualidad, en modernidad, en uso de los nuevos medios de información, etc.

Plantear una evaluación externa por parte de evaluadores calificados -sean Equipos Directivos, sea la Inspección, sean los Departamentos Universitarios, etc.- es bastante utópico, pues no disponemos de tanta gente ni de su preparación para poder evaluar medianamente bien el sistema.

Por ello, la evaluación por pares o coevaluación se perfila como un recurso interesante para mejorar la calidad de la enseñanza y, por ello, la calidad del aprendizaje al que servimos.